Un breve cuento que nos habla del desastre ecológico que nuestra especie le está provocando a Gaia. Sin embargo, las especies que inician un proceso de crecimiento descontrolado y depredador de sus propios recursos tienen un final conocido…será también el nuestro?
Testimonio de una madre desolada
Mis ojos estuvieron aquí desde el inicio, observando los primeros pasos de la vida en crecimiento. Escuché los gruñidos de los hombres transformarse en voces y vi los vientres de las mujeres convertirse en retoños deshuesados. Observé el nacimiento, el apogeo y la caída de más de mil imperios y sentí la guerra mutilando mis extremidades. Mientras algunos me incineraban, otros me cultivaban; mientras unos me gritaban, otros me regalaban sus canciones. Mientras la mayoría se empeñaba en explotarme, existían algunos que con su respeto me alimentaban. Todo el tiempo mis ojos silenciosos observaron en clemente pálpito una humanidad que se carcomía en su propia inteligencia, sin entender absolutamente nada. Hoy estoy triste, y aunque en mi sabiduría comprendo que no puedo cambiar a mis hijos, desearía poder contarles cómo me siento. ¿Acaso entenderían? Y aunque lo hagan… ¿son capaces de cambiar? Los amo inconmensurablemente, pero mi amor no sirve de nada si no lo cuidan ni lo respetan. Los animales me preguntan por qué no hago nada y lloran rogándome que les de un descanso de sus perseguidores, pero ¿cómo les explico que realmente no son malos, sino que están perdidos en su ambición? ¿Qué puede una madre hacer al ver a uno de sus hijos explotando e industrializando al otro? No me queda más que enfermar y encerrar a mis hijos abusivos para que puedan aprender que la vida no es todo lo que han construido e idolatrado. Mi núcleo acusa tristeza por esta decisión, pero mis ojos silenciosos vislumbran el futuro con mucha esperanza. Sé que mis retoños encontrarán su camino y aprenderán a respetarse… tiene que ser así, por el bien de ellos.
Jose Danús
